Hacer que el Campus de la Universidad de Santiago se vuelva más inteligente, es el propósito que tiene el magíster e investigador de Smartcity Lab, académico Rodrigo Martin. Nos reunimos en su oficina en la Escuela de Arquitectura para conocer de los proyectos de esta Unidad Mayor y por cierto su experiencia en asesorías gubernamentales.
Nos explica que la propuesta de Campus Inteligente está relacionada con abordar problemas tales como la seguridad en la Universidad o aquellos de eficiencia energética de nuestros edificios, como también temas de gestión de uso de espacio. “La idea es transformar el Campus en un ‘Laboratorio Viviente o Living Lab´, es decir que la Usach sea un lugar donde se muestre lo que hacemos, porque actualmente casi toda la actividad académica se desarrolla al interior de los edificios de forma aislada una de otra, quedando en el espacio abierto del Campus solo estacionamientos, plazas donde los estudiantes descansan y gozan de esparcimiento entre horas de clases y lugares donde se almacenan cosas, nada más”.
-¿Esta idea pasa por exteriorizar lo que ocurre al interior de nuestros edificios como la investigación, como espacio de encuentro de las distintas disciplinas?
-Así es. Queremos mostrar la investigación e invitar al mundo externo, a las empresas para que se asocien y participen. La idea es partir eligiendo algunos sectores del Campus, pero que a la larga sea toda su superficie. Queremos revivir ahora algunas donaciones, vincularnos con el Municipio e incorporar tecnologías que permitan instalar una red de comunicaciones y de sensorización. Por ejemplo, las luminarias Led tienen un mecanismo de telegestión, es decir que es posible encender y apagar a distancia, ya que se comunican entre sí con una red de radio frecuencia. La gracia de aquello es que se crea una especie de wifi que comunica las luces, pero que permite llevar también otras informaciones y datos. Propusimos introducir sensores a esta red, como lo está haciendo ya el Municipio de Las Condes, con los que puedes gestionar el uso de los estacionamientos, y así instalar también sensores de ruido, sensores de presencia de personas, de temperatura y contaminación del aire… las posibilidades son infinitas.
¿En términos prácticos, en qué podría beneficiar esta red de sensores a la disminución de gastos de nuestra Universidad?
Comenzar a desarrollar sensores de distinto tipo nos permitirá levantar distinta información. Por ejemplo, podríamos medir contaminación del aire dentro y fuera del Plantel para definir estrategias de eficiencia en la ventilación de recintos. Un patio que recibe sol puede generar temperatura que ingrese al edificio evitando calefaccionar; un patio que esté iluminado o ventilado puede mejorar la calidad del espacio interior a través de un mecanismo automatizado de ventanas…hacer mucho más eficiente el Campus a través de la sensorización en tiempo real; reconocer patrones de movimiento o de comportamiento que ayudarían a la seguridad.
El profesor Martin se entusiasma con esta idea, pero también queremos preguntarle por sus años de trabajo en nuestra Institución y su dilatada trayectoria como profesor y asesor en materias de transporte urbano. Se tituló de Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile en la década del 90. Luego dedicó su tiempo a un Magíster en Ingeniería Informática; un postítulo en transporte urbano en Japón y actualmente comparte sus labores de docencia y la dirección del Master MIDA; la subdirección del Smart City Lab Usach, con sus estudios de doctorado en la Universidad AUT de Auckland, en Nueva Zelandia. Es miembro del Consejo Asesor de la Dirección de Transporte Público Metropolitano y del GORE en movilidad sostenible, además de CORFO para temas de Smartcity.
-Profesor, ¿cómo se puede solucionar desde sus investigaciones el caótico desplazamiento por Santiago? ¿Más traslados en bicicletas, por ejemplo?
-La movilidad sostenible es súper importante, pero los viajes en bicicleta no pasan del 10%. La distribución general de los 18 millones de viajes diarios en Santiago se divide aproximadamente en tres tercios, entre transporte privado, público y no motorizado. Tenemos una alta tasa de caminata, pero no logran hacer mella a los 2 millones de viajes en metro y casi 2 millones de viajes en microbuses. El problema de la capital es su extensión y el largo de los viajes que hace que los sistemas de transportes no sean eficientes. La solución para Santiago no es meter más transporte, el problema está en atacar la estrategia de distribución de las actividades de la ciudad.
Hace algunos días leía un artículo del prorrector Palominos donde hablaba de la ciudad en 15 minutos. ¿Es posible materializar ese concepto en Santiago?
Es un concepto que plantea lograr satisfacer en un determinado periodo de tiempo las necesidades diarias de movilidad. Yo no puedo esperar que haya un Registro Civil en todos los barrios, pero debe estar a lo menos a 15 minutos en transporte público, lo mismo un hospital categoría 1, y en Santiago hay viajes diarios de 1 hora y media. La idea es que se pudiera plantear una ciudad con una distribución de núcleos de actividad más homogénea. Si observas el plano de la ciudad la localización está polarizada por grupos socioeconómicos. Hay que redistribuir. La ciudad se maneja a través de un modelo económico, controlada por el valor de suelo y la gestión inmobiliaria. Recién el GORE tiene la intención de hacer un plan maestro urbano y de pensar una lógica de ciudad integral, que hoy no existe, para así generar sub-centros, que es una propuesta planteada por nuestra Escuela de Arquitectura a través de algunos policy brief enviados al Congreso Nacional, considerando instrumentos como los planes maestros y el ajuste de tierras.
No puedo terminar esta conversación sin preguntarle su opinión del Comité de Expertos del Transantiago y una eventual alza de las tarifas de la locomoción…
Santiago tiene un pasaje único, que es un subsidio importante a la movilidad, y nuestro sistema de transporte es fenomenal; es eficiente, regular; con carros de Metro nuevos; aire acondicionado y buses eléctricos en superficie. Objetivamente si tuviéramos ese sistema en otra ciudad sería fantástico. El problema es que Santiago tiene una distribución tan inequitativa y tan polarizada, que ningún sistema la haría funcionar bien. Necesitaríamos un tren expreso de poniente a oriente, para mover la capital y hacerlo en un plazo agradable para las personas. El Comité de Expertos del Transantiago usa una fórmula que es muy simple para el cálculo del valor del pasaje, considerando aspectos como el dólar, el valor del petróleo, los neumáticos y otros. Esta fórmula considera muchos temas que hay que actualizar, como el de la electromovilidad, que es más cara como implementación, pero más barata es su operación y mantención. Sería razonable, pensar una modificación a la ecuación utilizada por el Comité. Creo que la inflación hará que en enero del próximo año se inicie un reajuste que debería llegar gradualmente al menos a unos 100 pesos en el valor del pasaje. Este es necesario para la operación del sistema de transporte, pero deberá hacerse con cuidado producto de la situación económica nacional.
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